Relatos de Cuarentena. El desempleo

Lo echaron a Gustavito. Bajón quedarse sin laburo en cuarentena. Hace cuatro años que trabajaba como matricero en una mini metalurgica. Todavía no sabe si va a cobrar toda la indenmización o qué onda. No sabe qué hacer.

Ya tiene cuarenta y dos años, nadie toma operarios de esa edad. Gustavito tiene familia, hijos, y una casa al fondo de lo de sus suegros. No tiene el secundario completo pero sabe hacer de todo. Fue maquinista en una fabrica de galletitas, manejaba una caldera en una papelera, encargado en un depósito y mucho más.

Apenas cumplió la mayoria de edad, fue a una agencia temporal de empleo y al toque lo mandaron a trabajar a Fargo. En aquellos tiempos te tomaban sin título secundario. A lo sumo presentabas uno trucho, nadie llamaba a La Plata para constatar la veracidad. Piensa Gustavito que ahora se le va a poner difícil la cosa. No tiene muchas ideas. Un kiosco o laburar de Uber.

Cancelará unas deudas, un par de préstamos y se pondrá al día con la tarjeta. Tratará de buscar laburo de vigilancia. No quiere perder tampoco los beneficios de tener obra social. Gustavito zafó de muchas. Pero esta vez el de la portería no lo dejó pasar.

El mismo que saludaba todas las mañanas. Al que le pedía el diario para leer en los pequeños recesos que se podía tomar. El mismo que lo encontró durmiendo en el vestuario y no dijo nada, porque ante todo laburante y consciente. No lo dejaron pasar. Alguien que no es el dueño de la empresa y se hace llamar gerente, recibe una orden de más arriba, de achicar el personal.

Este gerente se lo comunica a la chica de recursos humanos y esta al supervisor de turno, que alguna vez también fue operario, el cual hace una lista negra con apellidos, no importa la antiguedad ni la eficacia, si le caes mal y se da la oportunidad, chau. La fabrica sigue produciendo sin Gustavito. Nadie es imprescindible.

Sus compañeros ya se olvidaron de él. La nueva normalidad es que te dejen tirado a tu suerte. D.Q.

La vida es una fiesta y los laburantes la piñata.

Amén