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Relatos de #cuarentena trasnochada.

Me gustan los deportes. No todos. El béisbol no lo entiendo por ejemplo.
En estos tiempos donde se romantiza la miseria, la indigencia, la violencia y se justifica desde lo jurídico lo aberrante, yo idealizo el Boxeo. Mis amigos no están de acuerdo con mi pasión por esto.
No me refiero a las Corpo, apuestas, trasfondo mafioso, utilización y esclavitud. Sólo Box. Técnica milenaria dado que existe la evidencia de que predominaba en África del norte durante hacia 4.000 aC.

Tal vez porque desde muy pequeña miércoles y sábados mi papá me llevaba al Luna. Los miércoles Tito (era en el gimnasio) estaba al lado. Una presencia, impactaba verlo. Mi cercanía con Ringo y Acavallo. No lo sé.
El boxeo tiene variedades de golpes que van desde el recto, oblicuo, crochet, ascendente, curvo, jab, etc.
Y aunque te haga ruido, está técnica la traslado a la vida de cada uno. Todo tiene una lectura subliminal. Si pensas alguna vez te tocó, toca o tocará uno de estos en sentido figurativo.

La idea de mover la cabeza es básicamente mover el objetivo. En vez de defenderte todo el tiempo, simplemente se mueve (pensas). De esta forma, tus manos están libres para atacar.

El peor y que es el que te marca para siempre es el Gancho al Hígado.
Te deja sin aire, no lo ves venir y nuestro cuerpo cae fulminante (ya sea hincando la rodilla en la lona o tumbándote en el suelo completamente). Pero es una simple reacción fisiológica para que la sangre siga llegando al cerebro. Todo esto naturalmente pasa en décimas de segundo, y lo que nosotros vemos es sólo el golpe y la caída irremediable de la ‘víctima’. Esta en la capacidad de reacción el levantarse y continuar.
Aunque el mejor remedio contra un golpe al hígado es cerrar bien los codos y trabajar una buena defensa SIEMPRE.

Y para finalizar dejo mi recuerdo de Bonavena, quien jamás leyó a Óscar Wilde pero afirmó lo mismo que dijo el irlandés con otras palabras. “Experiencia es el nombre que les damos a nuestros errores», él «La experiencia es un peine que te dan cuando te quedas pelado».

“La vida es brutal. La piña que me metió la vida cuando se murió mi viejo, nadie me la pegó sobre un ring”.

Y la de la vida diaria, emblemática como pocas:
«Cuando suena la campana te dejan tan sólo que hasta el banquito del rincon te sacan»

Amén