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#LaEscuelita de tus #Derechos (esos, los que no te importan tenerlos por zombie)

Si la maquinaria del «poderodio» no mata, se oxida.   Los «elegidos» andan paseando el dedo por los mapas, a ver sobre qué sector caerá las próxima opresión.


Pero nada tienen de nuevo las banderas: la voluntad de Dios, la amenaza «golpista de protestas» y los derechos humanos; dado que no es exactamente son el tipo de traductores que este elegiría, si tuviera algo que decirnos.

¿Y los derechos humanos? ¿Seguirán siendo pretextos útiles para quienes los hacen puré?

Hace más de medio siglo que las Naciones Unidas aprobaron la Declaración Universal de los Derechos Humanos, y no hay documento internacional más citado y elogiado.

A esta altura me parece evidente que a la declaración le falta mucho más que lo que tiene. Por ejemplo, allí no figura el más elemental de los derechos, el derecho a respirar, que se ha hecho impracticable en este mundo donde ni los pájaros tosen por terror a un PCR.

Ni figura el derecho a caminar, que ya ha pasado a la categoría de hazaña ahora que sólo quedan dos clases de peatones, los rápidos y los muertos. Y tampoco figura el derecho a la indignación, que es lo menos que la dignidad humana puede exigir cuando se la condena a ser indigna, ni el derecho a luchar por otra patria posible cuando se ha hecho imposible esta tal cual es.


En los 30 artículos de la declaración, la palabra libertad es la que más se repite. La libertad de trabajar, ganar un salario justo y #Atencion «fundar sindicatos» (esos sí los tenemos, sobran y son corruptos) está garantizada en el artículo 23.

Pero son cada vez más los pocos que trabajan y que no tienen, hoy por hoy, ni siquiera la libertad de elegir la salsa con la que serán comidos. Los empleos duran menos que un suspiro y el miedo obliga a callar y obedecer: salarios más bajos, horarios más largos (Teletrabajo) y a olvidarse de las vacaciones pagas, la jubilación con salario digno y demás derechos que todos tenemos, según aseguran los artículos 22, 24 y 25. Ojo la asistencia social está, en demasía pero para «los afines». «Nadie será sometido a esclavitud ni a servidumbre en cualquier forma», advierte el artículo 4. Menos mal.



No figura en la lista el derecho humano a disfrutar de los bienes naturales, tierra, agua, aire, y a defenderlos ante cualquier amenaza. Tampoco figura el suicida derecho al exterminio de la naturaleza, que por cierto ejercitan, y con entusiasmo, los países que se han comprado el planeta y lo están devorando (léase 5G, pesca ilegal, minería contaminante). Los demás países pagamos la cuenta.  

Nunca el mundo ha sufrido tantas calamidades, inundaciones, sequías, huracanes, clima enloquecido, en tan poco tiempo. ¿Desastres «naturales»? En un mundo que tiene la costumbre de condenar a las víctimas, la naturaleza tiene la culpa de los crímenes que contra ella se cometen.



«Todos tenemos derecho a transitar libremente», afirma el artículo 13. Entrar, es otra cosa. Las puertas de los países ricos se cierran en las narices de los millones de fugitivos que peregrinan del sur al norte, y del este al oeste, huyendo de los cultivos aniquilados, los ríos envenenados, los bosques arrasados, los precios arruinados, los salarios enanizados. Unos cuantos mueren en el intento, pero otros consiguen colarse por debajo de la puerta. Una vez adentro, en el paraíso prometido, ellos son los menos libres y los menos iguales.



«Todos los hombres nacen libres e iguales en dignidad y derechos», dice el artículo 1. Que nacen, puede ser; pero a los pocos minutos se hace el aparte. El artículo 28 establece que «todos tenemos derecho a un justo orden social e internacional». Las mismas Naciones Unidas nos informan, en sus estadísticas, que cuanto más progresa el progreso, menos justo resulta.

El reparto de los panes y los peces es mucho más injusto aquí que en Bangladesh o Rwanda. Y en el orden internacional, también los numeritos de las Naciones Unidas revelan que diez personas poseen más riqueza que toda la riqueza que producen 54 países sumados.

El artículo 11 nos cuenta que «toda persona es inocente mientras no se pruebe lo contrario». Tal como marchan las cosas, de aquí a poco será culpable toda persona que no camine de rodillas y/o se arrastre, aunque se pruebe lo contrario.



La declaración proclama, la realidad traiciona. «Nadie podrá suprimir ninguno de estos derechos», asegura el artículo 30, pero hay algunos que nosotros padecemos que bien podrían comentar: «¿No ven que puedo?». Alguien, o sea: el sistema universal de poder, siempre acompañado por el miedo que difunde y la resignación que impone.



«Y el derecho a la duda es también un derecho humano, al fin y al cabo, aunque no lo mencione la declaración de las Naciones Unidas» (Galeano)

Amén 🙏😇

#Efemerides. Dia de las Naciones Unidas #ONU

Entre la Teoría y la Práctica.

Dicen que la diplomacia es el sutil arte de mentir o testimoniar con elegancia, lo cual no esta muy lejano de la realidad pues a nivel civilizado las palabras pueden esconder una agresión de tal nivel que sea imposible callar. Especialmente cuando los discursos comprometen la vida de la especie humana, que es lo que ocurre en la Organización de Naciones Unidas

En las asambleas se toman medidas en temas como: Paz y seguridad, desarrollo sostenible, cambio climático, desarme, derechos humanos, emergencias humanitarias, terrorismo, igualdad de género, salud, producción de alimentos y gobernanza, entre otros.

La carta es un Tratado Internacional que sirve de fundación para la Organización de las Naciones Unidas y que prevalece sobre todo el resto de tratados internacionales. Esta carta reunió los distintos tratados internacionales existentes en materia de derecho de mar, derecho de guerra, derecho internacional y derecho de fronteras que habían sido firmados desde finales del siglo XIX y principios del siglo XX.

Esta ha sido firmada y ratificada por la mayoria de los paises del mundo. Pero y siempre hay un pero…

La excepción: el estado Vaticano no ha ratificado la Carta porque prefiere conservar su estatuto de Observador Permanente.

Y es a partir de esto que demuestra lo inútil, vano, rejunte de políticos caídos en desgracia, aguantadero de perdedores que es. Las cartas, proclamas y bla bla emitidas son muy lindas como autoayuda.

Lo cierto que cuando te la quieren poner hasta la garganta la mencionan.

Como esta basura NOD4O que aplican como vigilancia y contralor de tus pensamientos.

Estoy suscrita a esta Organización, vos lo podes hacer. Una coherente y aplicable? Nunca.

En el 2009 Gaddafi firmó su sentencia de muerte al proclamar en este Organismo: «Actualmente, el Consejo de Seguridad es feudalismo de seguridad, feudalismo político para quienes ocupan puestos permanentes, puestos que los protegen y ellos utilizan contra nosotros. No debería llamarse Consejo de Seguridad, sino Consejo del terror».

Se engaña quien cree que nuevas recompensas hacen olvidar a los grandes hombres las viejas injusticias de que han sido víctimas. Maquiavelo.

Amén