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Relatos de Cuarentena. Una leyenda para matizar.

Una versión sobre la leyenda del árbol majestuoso de la Gran  Canaria

Cuentan los que cuentan y lo cuentan porque lo saben contar que un gran amor entre jóvenes de 15 años indignó a la población pacata del lugar.


De aquella relación entre Casandra e Iván, nacieron dos mellizos. Pero quizás producto de una crisis emocional tras el parto o quizás de las propias, inseguridades de la chica, Casandra comenzó a dudar del amor de Iván cuando ésta envejeciera y perdiera su belleza. Decidió entonces invocar al Diablo para pedirle belleza eterna, pero éste, sibilino como siempre, solo le concedió el deseo a cambio de la vida de sus dos mellizos.

Casandra no lo dudó un instante y marchó hacia el árbol testigo de su amor con los dos niños en brazos. Mas cuando se disponía a darles muerte apareció Iván. Enloquecido, el amante de Casandra y padre de aquellas dos criaturas se abalanzó sobre la chica, la ató al árbol y allí mismo la quemó. Los niños se salvaron pero el alma de Casandra quedó para siempre atado a aquel árbol, gritando eternamente por el dolor de sus quemaduras y, sobre todo, por la pena de haber intentado matar a sus propios hijos.

En aquel árbol, el árbol de Casandra que se levanta majestuoso en el centro de la isla de Gran Canaria, en la zona de la Presa de las Niñas, aún aparece a veces un corazón tallado en su corteza con los nombres de Casandra e Iván inscritos en él.

Pero no todos son capaces de verlo…

Amén

Relatos de #CuarentenaEterna #planessociales #IFE

NO EXISTE PLAN SOCIAL GRATIS.

En la mitad de una clase, en una universidad, uno de los alumnos, inesperadamente, le preguntó al profesor:

– ¿Usted sabe cómo se capturan los cerdos salvajes?

El profesor creyó que era una broma y esperaba una respuesta graciosa.

El joven respondió que no era una broma, y con seriedad comenzó su disertación:

– Para capturar cerdos salvajes, primero se localiza un lugar en la floresta al que los cerdos salvajes suelen ir, y allí se coloca diariamente un poco de maíz en el suelo.

Así, los cerdos salvajes vienen todos los días a comer el maíz “gratis” y, cuando se acostumbran a venir diariamente, usted va construyendo una cerca alrededor del lugar donde se acostumbraron a comer, un lado por vez…

Cuando ellos se acostumbran a un lado de la cerca, vuelven para comer el maíz, y usted construye otro lado de la cerca…

Ellos vuelven a acostumbrarse y vuelven a comer.

Usted va construyendo la cerca alrededor, poco a poco, hasta instalar los cuatro lados del cercado alrededor de los cerdos.

Al final, instala una puerta en el último lado.

Los cerdos ya están habituados al maíz fácil y a las cercas, y así comienzan a venir solos por la entrada.

Es entonces cuando usted cierra el portón y captura a todo el grupo.

Así de simple, paso a paso, hasta que en el último segundo los cerdos pierden su libertad.

Ellos comienzan a correr en círculos dentro de la cerca, pero ya están presos.

Después, comienzan a comer el maíz fácil y gratuito.

Se acostumbran tanto a eso que se olvidan de cómo cazar por sí mismos, y por eso aceptan la esclavitud.

Incluso, se muestran agradecidos con sus captores y, durante generaciones van felices al matadero.

Ni siquiera desconfían de que la mano que los alimenta es la misma que los mata.

El joven le comentó al profesor que era exactamente eso lo que él veía que sucedía en su país, en su provincia, en su ciudad, con su pueblo.

Los gobiernos populistas, en sus proyectos dictatoriales, escondidos bajo el manto “democrático”, estuvieron lanzando maíz gratuito durante tiempo suficiente para alcanzar la mansedumbre sistemática.

Y cada nuevo “Gobierno Salvador” disfraza de “programas sociales” sus limosnas, da dinero que saca del bolsillo del propio trabajador, realiza misiones, planes, indulgencias, leyes de “protección”, subsidios para cualquier cosa, expropiaciones indebidas, programas de “bienestar social”, fiestas, ferias o festivales, uniformes, pan y circo, transporte “gratis”.

“¡G R A T I S!”

Toda esa “gratuidad” que nos ofrecen tales estafadores, disfrazados de políticos, llena de felicidad a un pueblo mal acostumbrado con las migajas del maíz fácil y “gratuito”. Nos roban la capacidad de ser críticos, pensantes y personas emprendedoras.

Sin embargo, claro que nada nos salió “gratis”.

Consecuentemente, ¡“no existe almuerzo gratis”!

Finalmente, si usted se da cuenta de que toda esa maravillosa “ayuda” gubernamental es un problema que se opone al futuro de la democracia en nuestro país, deberá compartir este mensaje.

O cruce los brazos, y coma también el maíz…

Y espere la matanza.

Amén