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Día Internacional de la Juventud (Pantera – fuckin hostile)

«La vida es lo que te pasa mientras estás ocupado en otros planes.»

Por favor que le avisen a los gobernantes, tal vez no saben que es el Día Internacional de los Jóvenes, no recuerdan, no les interesa, no les conviene.

El 12 de agosto fue declarado por la Asamblea General de las Naciones Unidas como el día internacional de la juventud, mediante Resolución N° 54/120 del año 1999, cumpliendo con la recomendación de la Conferencia Mundial de Ministros de Asuntos de la Juventud, realizada un año antes. Ya en 1995 la Organización de las Naciones Unidas había aprobado el PAMJ (Programa de Acción Mundial para los Jóvenes).

Cada día internacional de la juventud reafirma los compromisos asumidos en ese programa. Las consignas siempre rondan en tratar de incrementar el conocimiento que se posee sobre la situación global de la juventud y la comprensión sobre sus necesidades y aspiraciones; promover políticas supranacionales y locales entre entes estatales y privados para salvaguardar el bien más preciado de una sociedad.

El día internacional de la juventud es el dia en que se deben elaborar normas internacionales que aumenten y fortalezcan los derechos de los jóvenes.
Hasta aqui la teoría.
La práctica nos demuestra día a día que los jovenes deben seguir luchando para conseguir trabajo, educación gratuita, trato digno, inclusión.
Ellos estan demostrando permanentemente que su Día Internacional es TODOS LOS DIAS, forman parte de cada movimiento pro democrático que se geste en el mundo.
Brindo por ellos, son el futuro de la tierra.
Salu t a todos.

Me llamas la Danzarina…amor. (Sirenia: The other side)

¡Oh tú, que danzarina me llamas, sabe hoy que no aprendí a danzar!
Me encontraste juguetona y pequeña, danzando en el sendero y persiguiendo a mi sombra azul. Giraba como una abeja, y mis pies y mis cabellos, color de camino, se empolvaban con el polen de un polvo rubio.
Me viste venir de la fuente, meciendo el ánfora en mi cadera, mientras, al compás de mis pasos, sobre mi túnica saltaba el agua en redondas lágrimas, en serpientes de plata, en menudos cohetes rizados que ascendían, helados, hasta mi mejilla. Yo caminaba lenta, seria, mas llamaste danza a mis pasos. No mirabas mi rostro, seguías el movimiento de mis rodillas, el balanceo de mi talle, en la arena leías la forma de mis talones desnudos, la huella de mis dedos abiertos, que comparabas con la de cinco perlas desiguales.
Me dijiste: «Coge esas flores, persigue esa mariposa…» Llamabas danza a mi carrera, y cada reverencia de mi cuerpo inclinado sobre los claveles purpúreos, y el ademán, repetido en cada flor, de echar atrás, por encima de mi hombro, un chal resbaladizo.

En tu casa, sola entre tú y la alta llama de una lámpara, me dijiste: «¡Danza!» y no dancé…

Pero desnuda en tus brazos, sujeta a tu lecho por la cinta de fuego del placer, me llamaste, sin embargo, danzarina, al ver agitarse bajo mi piel, desde mi pecho ofrecido a mis pies crispados, la inevitable voluptuosidad.
Fatigada, anudé mis cabellos, y los contemplabas, dóciles, arrollados a mi frente como serpientes hechizadas por la flauta.
Abandoné tu casa mientras murmurabas:

«La más hermosa de tus danzas no es cuando acudes corriendo, jadeante, poseída de un deseo irritado y atormentado ya, por el camino, el broche de tu vestido. Es cuando de mí te alejas, serenada y con las rodillas temblorosas, y al alejarte me miras, en el hombro tu barbilla. Tu cuerpo me recuerda, oscila y titubea, me echan de menos tus caderas y tus senos me están agradecidos.»Me miras, vuelta la cabeza, mientras tus pies adivinadores tantean y escogen su camino.

»Te vas, siempre pequeña y maquillada por el sol poniente, hasta no ser, en lo alto de la colina, más esbelta en tu túnica anaranjada que una llama vertical, que danza imperceptiblemente…»

Si tú no me abandonas, iré danzando hasta mi blanca tumba.

Saludaré a la luz, que me hizo hermosa y me vio amada con una danza involuntaria, cada día más lenta.
Una postrera danza trágica me enfrentará con la muerte, mas sólo lucharé para sucumbir con elegancia.
Que los dioses me concedan una caída armoniosa, juntos los brazos en mi frente, doblada una pierna y extendida la otra, como presta a franquear, de un salto ingrávido, el negro umbral del reino de las sombras.

Me llamas danzarina, y, sin embargo, no sé bailar…

Leyendas del viking rock metal (HEIDEVOLK – Nehalennia)

       

LA DANZA DE LOS ELFOS

Estos elfos, que en Inglaterra eran llamados hados, eran músicos entusiastas y se deleitaban especialmente con cierta tonada conocida como la danza de los elfos, la cual era tan irresistible que nadie que la oyera podía evitar ponerse a bailar. Si un mortal, acertando a oír esta música, se aventuraba a reproducirla, se encontraba súbitamente incapaz de parar y era forzado a seguir tocando y bailando hasta que moría de fatiga, a menos que fuera lo suficientemente hábil como para tocar la melodía al revés o alguien cortara compasivamente las cuerdas de su violín. Sus oyentes, que se veían obligados a bailar mientras la música perdurarse, podían parar sólo cuando ésta cesara.

Leyendas del viking rock metal – Nórdicas (ALESTORM – Keelhauled )

Los Gigantes no jugaban con los hombres.

Los gigantes habitaban en toda la Tierra antes de que esta fuera entregada a los hombres por los dioses y sólo con disgusto la cedieron, retirándose a las partes desechadas y desoladas del planeta, donde vivieron con los suyos en un riguroso aislamiento. Tal era la ignorancia de su descendencia, que una joven giganta, extraviada de su casa, llegó en una ocasión hasta un valle habitado, donde por primera vez en su vida vio a un granjero arando en las colinas. Juzgándole un bonito juguete, lo cogió junto a su tiro e, introduciéndolos en su mandil, se los llevó jubilosa para enseñárselos a su padre.

Pero el gigante le ordenó que llevara inmediatamente al campesino y a sus caballos de vuelta al sitio donde los había encontrado y, una vez hubo hecho esto, él le explicó tristemente, que las criaturas a las que ella había confundido con simples juguetes terminarían quitándose de encima al pueblo de los gigantes y se convertirían en los señores de la Tierra.

Eva , el primer suicido del amor

Nunca podrá decirse que la infeliz Eva omitió ningún medio lícito de zafarse de aquel tunantuelo de Amor, que la perseguía sin dejarle punto de reposo. Empezó poniendo tierra en medio, viajando para romper el hechizo que sujeta al alma a los lugares donde por primera vez se nos aparece el Amor. Precaución inútil, tiempo perdido; pues el pícaro rapaz se subió a la zaga del coche, se agazapó bajo los asientos del tren, más adelante se deslizó en el saquillo de mano, y por último en los bolsillos de la viajera. En cada punto donde Eva se detenía, sacaba el Amor su cabecita maliciosa y le decía con sonrisa picaresca y confidencial: «No me separo de ti. Vamos juntos.» Entonces Eva, que no se dormía, mandó construir altísima torre bien resguardada con cubos, bastiones, fosos y contrafosos, defendida por guardias veteranos, y con rastrillos y macizas puertas chapeadas y claveteadas de hierro, cerradas día y noche. Pero al abrir la ventana, un anochecer que se asomó agobiada de tedio a mirar el campo y a gozar la apacible y melancólica luz de la luna saliente, el rapaz se coló en la estancia; y si bien le expulsó de ella y colocó rejas dobles, con agudos pinchos, y se encarceló voluntariamente, sólo consiguió Eva que el amor entrase por las hendiduras de la pared, por los canalones del tejado o por el agujero de la llave.

Furiosa, hizo tomar las grietas y calafatear los intersticios, creyéndose a salvo de atrevimientos y demasías; mas no contaba con lo ducho que es en tretas y picardihuelas el Amor. El muy maldito se disolvió en los átomos del aire, y envuelto en ellos se le metió en boca y pulmones, de modo que Eva se pasó el día respirándole, exaltada, loca, con una fiebre muy semejante a la que causa la atmósfera sobresaturada de oxígeno. Ya fuera de tino, desesperando de poder tener a raya al malvado Amor, Eva comenzó a pensar en la manera de librarse de él definitivamente, a toda costa, sin reparar en medios ni detenerse en escrúpulos. Entre el Amor y Eva, la lucha era a muerte, y no importaba el cómo se vencía, sino sólo obtener la victoria.

Eva se conocía bien, no porque fuese muy reflexiva, sino porque poseía instinto sagaz y certero; y conociéndose, sabía que era capaz de engatusar con maulas y zalamerías al mismo diablo, que no al Amor, de suyo inflamable y fácil de seducir. Propuso pues, chasquear al Amor, y desembarazarse de él sobre seguro y traicioneramente, asesinándole. Preparó sus redes y anzuelos, y poniendo en ellos cebo de flores y de miel dulcísima, atrajo al Amor haciéndole graciosos guiños y dirigiéndole sonrisas de embriagadora ternura y palabras entre graves y mimosas, en voz velada por la emoción, de notas más melodiosas que las del agua cuando se destrenza sobre guijas o cae suspirando en morisca fuente.

El Amor acudió volando, alegre, gentil, feliz, aturdido y confiado como niño, impetuoso y engreído como mancebo, plácido y sereno como varón vigoroso. Eva le acogió en su regazo; acarició con felina blandura; sirvió golosinas; le arrulló para que se adormeciese tranquilo, y así que le vio calmarse recostando en su pecho la cabeza, se preparó a estrangularle, apretándole la garganta con rabia y brío. Un sentimiento de pena y lástima la contuvo, sin embargo, breves instantes. ¡Estaba tan lindo, tan divinamente hermoso el condenado Amor aquel! Sobre sus mejillas de nácar, palidecidas por la felicidad, caía una lluvia de rizos de oro, finos como las mismas hebras de la luz; y de su boca purpúrea, risueña aún, de entre la doble sarta de piñones mondados de sus dientes, salía un soplo aromático, igual y puro. Sus azules pupilas, entreabiertas, húmedas, conservaban la languidez dichosa de los últimos instantes; y plegadas sobre su cuerpo de helénicas proporciones, sus alas color de rosa parecían pétalos arrancados. Eva notó ganas de llorar…

No había remedio; tenía que asesinarle si quería vivir digna, respetada, libre…, no cerrando los ojos por no ver al muchacho, apretó las manos enérgicamente, largo, largo tiempo, horrorizada del estertor que oía, del quejido sordo y lúgubre exhalado por el Amor agonizante.

Al fin, Eva soltó a la víctima y la contempló… El Amor ni respiraba ni se rebullía; estaba muerto, tan muerto como mi abuela.  Al punto mismo que se cercioraba de esto, la criminal percibió un dolor terrible, extraño, inexplicable, algo como una ola de sangre que ascendía a su cerebro, y como un aro de hierro que oprimía gradualmente su pecho, asfixiándola. Comprendió lo que sucedía…

El Amor a quien creía tener en brazos, estaba más adentro, en su mismo corazón, y Eva, al asesinarle, se había suicidado.

Viking rock metal, leyendas nórdicas: La magia de los enanos y las espadas (thyrfing)

Los enanos, al igual que los elfos, fueron gobernados por un rey que, en varios países del Norte de Europa, era conocido como Andvari, Alberich, Elbegast, Gondemar, Laurin u Oberón. Él vivía en un magnífico palacio subterráneo, adornado con las gemas que sus súbditos habían extraído del seno de la tierra y, además de incontables riquezas y el tarnkappe, poseía un anillo mágico, una espada invencible y un cinto de fuerza. Los
pequeños hombres, que eran herreros muy hábiles, fabricaban a sus órdenes maravillosas joyas o armas, las cuales eran entregadas por su rey a sus mortales favoritos.
Ya sabemos que los enanos fabricaron la cabellera dorada de Sif, el barco Skidbladnir, la punta de lanza de Odín, Gunngnir, el anillo Draupnir, el jabalí de las cerdas de oro Gullinbursti, el martillo Mjölnir y el collar de oro de Freya, Brisingamen. Se dice que también forjaron el cinto mágico que Spenser describe en su poema «Faerie Queen», un cinto del cual se decía que tenía el poder de revelar si su portador era virtuoso o un hipócrita.
Los enanos también crearon la mítica espada Tyrfing, que podía atravesar el hierro y la roca, que se la dieron a Angantyr. Esta espada, como la de Frey, luchaba con voluntad propia y no podía ser envainada, tras ser extraída de su funda, hasta que se hubiese manchado de sangre su hoja.           Angantyr estaba tan orgulloso de su arma que hizo que la enterraran con él. Pero su hija Hervor visitó su tumba a media noche, recitó hechizos mágicos y le obligó a salir de su sepultura para que le entregara la  preciosa espada. Ella la empuñó con valentía y con el tiempo se convirtió en propiedad de otro de los héroes nórdicos.
Otra célebre arma, que de acuerdo con la tradición fue forjada por los enanos en la tierra del Este, era la espada Angurvadel, que Frithiof recibió como parte de la herencia de sus padres. Su empuñadura era de oro bruñido y la hoja estaba grabada con runas que eran inactivas hasta que era usada en guerra, entonces se ponían tan rojas como la cresta de un gallo de pelea.

Vamos con un video de Thyrfing…Salu t a todos

Leyendas Nórdicas: El amuleto vikingo para ecos -Viking rock metal

El Sombrero Tarnkappe

Estos pequeños seres podían moverse con maravillosa celeridad de un sitio a otro y les gustaba ocultarse detrás de las rocas, desde donde repetirían maliciosamente las últimas palabras de las conversaciones que escuchaban.

Debido a este bien conocido ardid, los ecos se conocían como charla de enanos y la gente creía que la razón por la que los artífices de estos ruidos nunca eran vistos se debía a que cada enano era el orgulloso propietario de un pequeño sombrero rojo que hacía invisible al que lo llevaba puesto.

Este sombrero se conocía como tarnkappe, y sin él los enanos no osaban aparecer en la superficie de la Tierra tras la salida del Sol por miedo a ser petrificados.

Cuando lo llevaban puesto, estaban libres de este gran peligro.

Salu t a todos

Las leyendas Nórdicas y el Viking Rock Metal

Los caballos eran animales muy importantes en la era Vikinga, y aun hasta nuestros días son muy valorados por los pueblos escandinavos.

Los caballos originales de la antigüedad eran de dos tipos: Unos eran pequeños, de patas cortas y fuertes, de cuello grueso y pelaje espeso. A este tipo se le conoce como caballo islandés, porque aun en nuestros días es posible encontrar este tipo de caballos en la isla.
Eran usados para moverse en la nieve, entre otras cosas.
Había también un segundo tipo, éstos eran caballos que eran especialmente criados y elegidos para cabalgar o para peleas de caballos. Los ejemplares más hermosos y grandes generalmente eran de grandes Jarls o chieftains. Estos eran particularmente comunes en el sur de Suecia donde se les criaba con mucho esmero.
Los caballos servían un gran número de propósitos en la sociedad vikinga; se usaban para cabalgar, los hombres pobres lo hacían a pelo, pero los nobles lo hacían con sillas talladas de madera y adornadas con incrustaciones de metal, generalmente iban recubiertas de lana y cuero para hacerlas mas cómodas; los estribos eran de metal y a veces también eran adornadas. Las bridas llevaban muchos adornos de bronce o cobre con lindos diseños. Algo muy común era encontrar que se les colgaban cascabeles o campanas, quizás para alejar a los malos espíritus, quizás para encontrarlos mas fácilmente entre la niebla y nieve.
Los potros también eran criados para pelear. En algunos lugares de Noruega también se llegó a organizar carreras de caballos, se elegía el mejor de cada región y se hacían competencias entre ellos, los jinetes iban a pelo y fustigaban tanto al caballo como a los otros jinetes. Generalmente el final de la carrera venía tras un salto espectacular desde alguna roca para darle más emoción a la carrera.
Generalmente los vikingos no luchaban a caballo, aunque si usaban sus caballos para llegar rápidamente a las batallas, pero entonces desmontaban y luchaban a pie.
En las granjas también eran útiles pues se utilizaban para jalar cosas pesadas o arar para la siembra. Como los inviernos son tan crudos, en el otoño se seleccionaban los animales fuertes que podrían sobrevivir, y el resto eran sacrificados, algunas veces como ofrendas a los dioses.
Servían para tirar de trineos y carretas, y las bridas y riendas eran bastante avanzadas, ya que les permitían tirar de un arado sin asfixiarlos como pasaba con los que estaban diseñados para usar en toros.
Los caballos blancos eran los mas preciados, pero también los negros y rojos; se decía que los caballos podían dar mensajes de los dioses y muchas veces se utilizaban para saber lo que deparaba el destino por sus movimientos y comportamiento.
El potro era el símbolo de Freyr y había caballos que se criaban exclusivamente para sus ritos, estos caballos no podían ser montados por ningún hombre y se reservaban para sacrificios.

Salu t a todos  y que sea rock!

Leyendas Nórdicas en el viking rock: Loki – Manowar

Además del gigante Utgardloki, la personificación de la malicia y el mal, a quien Thor y sus compañeros visitaron en Jötunheim, las antiguas naciones nórdicas tenían otro tipo de pecado, a quien llamaban también Loki.

Al principio, Loki era solamente la personificación de la hoguera de fuego y del espíritu de la vida. Inicialmente, un dios se convierte gradualmente en combinación de dios y demonio, y termina siendo aborrecido por todos como un equivalente exacto del Lucifer medieval, el príncipe de las mentiras, el originador del engaño y el murmurador de los Ases.

Algunas autoridades afirman que Loki era hermano de Odín, pero otros aseguran que no eran familiares, pero que se habían jurado hermandad con sangre, algo común en el Norte y así lo relata la Edda de Semund:

«¡Odín! ¿Recuerdas

cuando antaño

mezclamos nuestras sangres?

¿Cuándo a beber cerveza

rehusabas constantemente

a menos que nos la hubiesen ofrecido a ambos?»

Las leyendas Nórdicas en el Viking Rock Metal: La creación del hombre

Ya que los gigantes eran también las personificaciones de la nieve, el hielo, el frío, la piedra y el fuego subterráneo, se decía que descendían del primitivo Fornjotnr, a quien algunas autoridades identifican con Ymir. Según esta versión del mito, Fornjotnr tuvo tres hijos: Hler, el mar; Kari, el aire y Loki, el fuego.

Estas tres divinidades, los primeros dioses, formaban la más antigua trinidad, y sus respectivos descendientes fueron los gigantes del mar Mimir, Gymir y Grendel, los gigantes de la tormenta Thiassi, Thrym y Beli y los gigantes del fuego y la muerte, tales como el lobo Fenris y Hel.

Ya que todas las dinastías reales proclamaban descendencia de algún ser mítico, los merovingios afirmaron que su primer progenitor fue un gigante del mar, que emergió de las olas con la forma de un buey y sorprendió a la reina mientras paseaba sola por la costa, obligándola a convertirse en su esposa. Ella dio luz a un hijo de nombre Meroveus, el fundador de la primera dinastía de reyes francos.

Muchas historias han sido narradas ya acerca de los gigantes más importantes.

Vuelven a reaparecer en muchos de los mitos y cuentos de hadas posteriores y, manifiestan, tras la introducción de la cristiandad, una peculiar aversión al sonido de las campanas de las iglesias y al canto de los monjes y monjas.